Me fui a vivir a la Isla Gorriti.

Marciano Duran es un escritor uruguayo,
que tiene su sitio web en :
http://www.marcianoduran.com.uy/

Hace poco escribi otro articulo mostrando su estilo en el texto "La cuestion es darse maña" (al final pongo un enlace).
En esta ocasion cuenta su aventura de cuando se fue a vivir a la Isla de Gorriti




Me fui a vivir a la Isla Gorriti.

Me cansé de todo.
Me cansé de mi mujer, de mis hijos y de mi suegra.
Me cansé de mi jefe, del celular, de las alertas naranjas, del facebook y de las bocinas.
Me cansé de la coca cola, de Mujica, de Lacalle y de los mensajes de texto.
Me cansé de la comida chatarra, de los MP3, de Paco Casal y de Marcelo Tinelli.
Me cansé de la publicidad de los blancos, de las caravanas del Frente, de Sergio Puglia y de Telemorbo 4.
Y me vine a la isla.
Me vine a vivir a la isla para poder descansar de todos los que me tienen cansados.

Hace unos días vi en la tele un programa donde unos tipos tienen que sobrevivir en la selva con un escarbadientes, dos fósforos apagados y un palillo de ropa.
Así que me hice traer por un tipo que tiene lancha.
Me arrimó hasta acá y le pedí que no viniera nunca más a buscarme.

DIA UNO
El mismo día que llegué empecé a construirme una cabañita con maderas y ramas.
La hice sobre un árbol porque no tenía claro en ese momento si en la Isla Gorriti había animales peligrosos.
Un amigo me había comentado que a veces aparecen porteños en este lugar y que incluso en la noche se ha visto deambular a políticos y gente de la farándula de Argentina, por lo que coloqué una escalera de cuerdas que de noche subo (por las dudas)
Me dijeron que una vez incluso vieron a Rial y a Sofovich.
Debería haber traído uno de esos portones PPA que vende el Toto.

La cabaña la hice del otro lado de la isla para no tener que ver los edificios de Punta del Este todos los días.
¡La Isla Gorriti para mí solo!
Lo primero que hice fue desnudarme.
Lo que pasa es que últimamente he estado leyendo mucho sobre el retorno a la naturaleza y siempre quise hacer esto de desnudarme completamente, por más que puedan pensar que lo hago de degenerado.

DIA DOS
No ha parado de llover desde ayer y si bien por un lado me agarré un resfrío de aquellos, por otro lado me dio para juntar agua en unas latas que encontré en la playa.
¡Qué hermosura!
¡Tomar agua de lluvia, con ese gusto tan especial!
¡Volver a lo más profundo del ser natural!
Es casi casi como estar metido en un reclame de Salus.

DIA TRES
Parece que no tiene pensado dejar de llover. El techo de ramas no consigue parar el agua y me empezaron a aparecer unos hongos fosforescentes entre los dedos de los pies.
Lo único que tengo para consumir es agua de lluvia.
Y lo único que no tengo es sed.

DIA CUATRO
Salió el sol.
Salió el sol con todo.
Resolví tenderme desnudo al sol en las arenas de la playa honda y a la tarde salí a buscar animales para cazarlos y para poder comer algo.
Busqué ciervos, conejos o patos.
No sé de donde saqué que está lleno de esos bichos en la isla.
Coloqué varias trampas que hice con cuerdas que encontré cerca del parador.
Fue una confusión de género.
Quería comer algo y terminé comiendo alga.
De todo lo comestible que encontré fue lo único que se dejó cazar.
Dos algas que se me pegaron en el tobillo.
Yo vi en Discovery Chanel que hay que comer algas porque facilitan la digestión y regulan el tránsito intestinal.
Hace cuatro días que mis intestinos no conocen nada parecido a tránsito.
Tendrán que regularse a sí mismas.
Por suerte comí dos algas.
Una va a tener que hacer de camión y la otra de inspector.

DIA CINCO
Hoy por suerte comí bien.
Cené una gaviota y dos agua viva.
Lo jodido es que no conseguí hacer ni un miserable fueguito.
Le di a las piedras intentando sacar una chispa durante dos horas
Giré un palito sobre una madera, soplé hasta marearme y lo único que conseguí fue unas llagas en las manos que me han obligado a lavarme la cara con los pies durante una semana.
El agua viva no era tan asquerosa.
Me recordó mucho a la gelatina sin sabor que me prepara mi mamá.
Mañana voy a probar con las violetas a ver si tienen más gusto.
El tránsito intestinal mejoró un poquito.
Por lo menos escuché algunas frenadas.

DIA SEIS
Hoy a la mañana me pareció ver en el horizonte un barco pirata.
Corrí hasta la cabaña y me vestí y me arreglé para esperarlos.
Con piñas escribí las letras SOS bien grandes en la arena.
Por las dudas agarré una espumadera que encontré tirada cerca del parador.
Es lo más parecido a un arma que conseguí (en realidad ni Borsari me hubiera creído que eso era un arma)
Llegué corriendo hasta la orilla de la playa honda y me paré durito, con la ropa bien arregladita y la espumadera escondida a mi espalda.
No era un barco pirata.
Era una plataforma petrolera que colocaron hace unos meses.
Giré en los talones y volví decepcionado a la cabaña.

DIA SIETE
Al agua de lluvia que había juntado le tuve que poner jugo de tuna porque ya tenía gusto como a podrido.
¿Mis hijos le estarán dando de comer a Kanela, mi perrita querida?
¿Habrá terminado la novela del doce?
¿Habrán hecho el debate?
¿Peñarol le habrá ganado a alguien?
¿Uruguay habrá jugado con Costa Rica?
¿Habrán cantado el himno antes del partido?
¿La gente se da cuenta cuando cantan el himno?

¡Qué hermoso que es estar en contacto directo con la naturaleza y tomar unos tragos de esta agua!
No será mejor, pero es distinta.
Anoche alcancé a escuchar bocinas que venían de Maldonado.
¿Habrán ganado los blancos o habrá perdido Costa Rica?
Seguro que Gorzy filmó todo con la cámara celeste.
El reclame de Lacalle llorando no estaba tan mal.
Si por lo menos tuviera wi fi.

DIA OCHO
Los mosquitos están empezando a joder feo y no traje repelente.
“Con usted alcanza yerno”, me decía siempre mi suegra cuando le pedía que me pasara el repelente.
Hoy salí a juntar mejillones y me clavé un vidrio en el pie.
Como ya no podía caminar me tiré a dormir en la arena.
Desnudo y al sol… toda la tarde.
Del tajo en el pie me olvidé rápido porque a la noche tuve que dormir parado por la insolación que me agarré.-
Me puse agua salada (porque el agua de lluvia ya tenía como gusanos verdes) y mi piel haciendo el proceso inverso de Bordaberry, empezó a tornar del blanco al colorado.
Cuando las gotitas caían en las llagas se escuchaban como pequeños chistidos.
Me fui hasta el otro lado de la isla con la esperanza que a algún turista se le hubiera caído alguna pomadita.
Alcancé a ver el Conrad.
¡Dejate de joder con el Conrad!
Rodeado de máquinas tragamonedas que hacen ruido, de luces intermitentes que te encandilan, de gritos, de música fuerte, de olores a comida en los restau….

Volví caminando a lo oscuro, alumbrado solamente por las estrellas que veía cada vez que una rama me rozaba el cuerpo… y distraído pisé algo baboso, jugoso y blandito.
Sentí que eso que pisaba conseguía pasar hacia arriba de mi pie por entre los dedos.
Confirmada mi sospecha: en esta parte de la isla hay animales grandes.
Volví a la cabaña pensando que mañana de día podría encontrar a ese animal salvaje.
Hoy es viernes.
Mis nietos los viernes van a Mc Donald.
Comen hamburguesas y toman coca cola helada.
Pobrecitos.

Llevé la lata con el agua de lluvia a 200 metros de la cabaña.
Dormí como pude después de cenar como un pajarito.
A un pajarito.

DIA NUEVE
Temprano resolví salir en busca de las huellas de ese animal grande que a juzgar por lo que dejó en el suelo, debía ser un jabalí o algo parecido.
Llegué nuevamente al otro lado de la isla.
Alcancé a ver el puerto.
Venden pasteles en el puerto.
De dulce de leche y de dulce de membrillo.
Y alfajores que te hacen engordar por la cantidad de azúcar y carbohidratos refinados que contienen. Son unos que vienen con coco rallado, chocolate, dulce de leche, maní, almendras….

Cerca de la punta donde está la farola una abeja se me paró justo en el lugar que más me cuido de las picaduras (desde que ando sin ropa)
Me preparé para pegarle con la espumadera.
Dudé unos segundos porque tuve miedo de errar el tiro y complicarme la vida con un golpe en esa zona tan sensible para cualquier mujer.
Mientras yo estaba ocupado en dudar, la muy maldita abeja resolvió dejar su aguijón ahí mismo y yo sentí que se comenzaba a hinchar intermitentemente la zona de referencia, como si fuera el cuello de los sapos de National Geographic.

En eso estaba… tratando de entender qué se hace en estos casos cuando, de repente, alcancé a oír un ruido que venía desde atrás de unas ramas.
Me acerque sigilosamente y pude ver la piel de un animal enorme, un animal que nunca había visto en mi vida, un animal terrible, un animal que me estremeció.
Un animal de esos que ya no existen más o que tal vez nunca haya existido.
Me acerqué en puntas de pie, con la espumadera en la mano.
Cuando la bestia advirtió mi presencia, giró la cabeza con absoluta tranquilidad e instinto asesino.
Clavó sus ojos en los míos.
Hizo un movimiento extraño con su cola.

…..era una vaca.

-Lo siento señor churrasco, pero tengo que matarte- fue mi primer pensamiento salvaje y cavernícola.
La mataría solo para poder comer algo que no fuera pájaros muertos (debo reconocerlo… el pajarito y las gaviotas los encontré muertos… nunca conseguí cazar nada)

Me acerqué lentamente mientras imaginaba una costilla en un plato, una tira de asado a las brasas, una hamburguesa en dos panes.
Me tiré sobre ella… pero ni siquiera se inmutó.
Sólo movió su cola para espantarse unas moscas y yo quedé –desnudo, hinchado y con una espumadera en la mano- acostado sobre la vaca.
Y se me terminaron las ideas.
¿Cómo se sigue ahora?
¿Cómo hacer para trasformar este enorme animal en un churrasco jugoso?
¿Cómo convertir esta bestia en una colita de cuadril a las brasas?
–¡Dioooos! …¿Por qué Dios, me has mandado una vaca cruda?
Ni siquiera sé hacerle un fueguito abajo.
Así que intenté morderle el cuello con la esperanza que tuviera un poquito de gusto a churrasco a la plancha.
No pude atravesar el cuero con mis dientes.
La vaca volvió a espantarse las moscas.
Evidentemente en su ignorancia vacuna no conseguía advertir el peligro al que estaba expuesta.
Las vacas son animales tontos.
Y sabrosos.
Ahí fue que pensé que podía haber alguien filmando semejante escena desde algún barco y resolví bajarme y pensar en otro plan.
El hambre aumentaba.
Le descubrí las tetas.
¡Ahí está la solución!
Me llegó a la cabeza un capuchino espumoso y ya no pude resistirme.
Me acerqué lentamente en cuatro patas.
Agarré las tetas con mis dos manos.
Las agarré mal y no funcionó.
Siempre me pasa lo mismo.

Recordé el Canal Rural y metí una teta entre el dedo pulgar y el índice y tiré fuerte para abajo.
La vaca giró la cabeza y me miró cara de “si no sabe… ¿pa’ qué toca?”
Escena y frase que me persigue desde mi adolescencia.
Por las dudas que se hubiera tapado (a veces con la bombilla del mate me pasa eso) resolví chupar desde la misma teta.
Desnudo, hinchado en algún sector, acostado debajo de la vaca, con una espumadera en la mano, chupando desde una teta, no era la mejor imagen que tenía reservada para mi vida adulta.

DIA DIEZ
Por suerte encontré una pelota de cuero.
Le dibujé una cara para tener alguien con quien conversar.
Le puse de nombre Sanguinetti, porque Wilson ya lo habían utilizado en una película.
Ahora sí voy a tener con quien conversar.
Ahora sí voy a entretenerme hablando de cosas inteligentes.
–Vamos Sanguinetti- le dije poniéndomelo bajo el brazo. Vamos hasta la playa que creo que se acerca un barco grande.
Fuimos hasta la playa honda y a lo lejos alcanzamos a ver un crucero que parecía avanzar hacia este lugar.
-Está lejos Sanguinetti, hasta mañana no llegará, volvamos a la cabaña y mañana venimos otra vez.

Esa noche la pelota me habló de los tupas, de Mujica y de Marenales.
De Zabalza, de las armas y del Partido Comunista
Me leyó tres veces su último libro y me cantó “Disculpe” hasta las cuatro y media de la mañana

DIA ONCE
A la mañana tempranito justo justo cuando estaba a punto de incursionar en la orinoterapia o de comerme la pelota (peor que el agua de lluvia no iba a ser), resolví nadar hasta el crucero que pasaba cerca de la costa.

–¡Acáááá!- les grité agarrado de un tronco–¡Acá por favor!¡No aguanto más, quiero volver a la civilización! ¡Llévenme por favor! ¡Noooo, la pelota se queda!¡La pelota se queda!

–Subanló, subanló– gritaban los muchachos a bordo.

Y los chicos del crucero gay me ayudaron a subir.
Por suerte la parte hinchada ahora era otra.

Moraleja:
No es tan fea como pensé la coca cola
…y es mentira que hinchada haya una sola.

Marciano Durán

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